terça-feira, 18 de maio de 2021

Opinando

¿Cuál es el Jesús del Espiritismo? (II)

Salomão Jacob Benchaya

En el siglo XVIII, se iniciaban los estudios del llamado Jesús Histórico con el trabajo del filósofo deísta alemán Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), negando el origen sobrenatural del cristianismo, lo que, naturalmente, no era bien visto por la Iglesia.  En 1835, el teólogo alemán David Friedrich Strauss escribe el libro “La Vida de Jesús” criticando el “mito de Jesús”, afirmando que su vida nada tenía de sobrenatural. Una obra con el mismo título surge, en Francia, en 1863, escrito por el teólogo, filósofo e historiador Ernest Renan demostrando que el Jesús histórico no es el mismo Cristo de la Fe o el Jesús Dogmático. Esa obra tuvo gran repercusión y Kardec, incluso, la menciona en la Revista Espírita de mayo y junio de 1864, no sin demostrar su desagrado por la interpretación nada caballerosa que el autor hace del Cristo descrito en los evangelios. Un poco antes, el 14 de octubre de 1863, respondiendo a la pregunta de Kardec sobre “¿qué efecto producirá la ‘Vida de Jesús’, por Renan?”, el Espírito Erasto había afirmado que éste “pertenece a esa legión de Espíritus encarnados que se pueden calificar de demoledores del viejo mundo” y finaliza su comunicación diciendo que “Sin disputa, Renan allana el camino para el Espiritismo” (A.K. – Obras Póstumas).

Se sabe hoy que las narrativas de los evangelios canónicos – los “atribuidos” a Marcos, Mateo, Lucas y Juan – son construcciones literarias surgidas a partir de la segunda mitad del siglo I, probablemente copiados de una fuente anterior, el Evangelio “Q” (del alemán Quelle, fuente), y que, en gran parte, son reproducciones de tradiciones mitológicas que formatearon el Jesús Cristo - el Cristo de la Fe – de las Iglesias cristianas. Las revolucionarias descubiertas, en Nag Hammadi, en Egipto, de papiros conteniendo el Evangelio de Tomé (1945) y más tarde, de los Manuscritos del Mar Muerto (1947), guardados en vasijas de barro y muchos todavía no revelados al público, sugieren una relación entre Jesús y la Orden de los Esenios, secta judía ortodoxa. Estudiosos admiten que los aforismos (máximas, sentencias) contenidos en estos papiros son los más coherentes con las enseñanzas de Jesús y revelan que la narrativa biográfica de la vida de Jesús se introdujo posteriormente en los Evangelios canónicos producidos por la Iglesia.

El hecho es que los estudiosos son unánimes en afirmar que no hay registros verdaderamente originales, y sí copias de copias como informa Boberg en su libro “El Cristo de Paulo de Tarso”. Se sabe, también, que muchos “hechos” narrados en los Evangelios se copiaron de tradiciones paganas de Persia y de Egipto o se ajustaron a las profecías del Antiguo Testamento.

De todo eso, queda la pregunta: - Al fin y al cabo, ¿qué, en los Evangelios, es verdadero y qué es mito? La tesis de que Paulo de Tarso, en sus escritos, no se está reportando a un Jesús humano, sino a un concepto gnóstico, el Christós (Dios en nosotros), sugiere una reflexión sobre el hecho de que, a pesar de haberse detenido apenas en la enseñanza moral de Jesús, según explicita en “El Evangelio Según el Espiritismo” y en “La Génesis”,  Kardec interpreta, bajo la óptica espírita, milagros y predicciones de Jesús narrados en los evangelios canónicos, evidentemente una fuente no fiable.

Sobre la tesis del Christós en el espiritismo, la comentaré en la próxima edición.

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