sábado, 19 de junho de 2021

Opinando: Salomão Jacob Benchaya


 ¿Cuál es el Jesús del Espiritismo? (III)

Opinando: Salomão Jacob Benchaya

                Sé que abordar este tema hiere tradiciones y creencias religiosas arraigadas y no es mi propósito faltarles el respeto.

                Todavía, no puedo hurtarme a ver los hechos que la Ciencia viene demostrando ante pesquisas honestas como las del "Jesus Seminar”, de California, de que solo el 18% de lo que dijo Jesús y el 16% de lo que realizó se aceptan como verídicos, en los evangelios canónicos. Recordémonos que Kardec aconseja que el espiritismo siga la Ciencia y que se modifique en los puntos en que ella indique que él esté en error. El escritor José Lázaro Boberg afirma, en su “El Cristo de Paulo de Tarso”, que “la ‘vida’ de Jesús en los evangelios resulta, en último análisis, por lo tanto, como una copia deturpada y fragmentaria de un prototipo egipcio que era un personaje puramente dramático retratando la divinidad en el ser humano”, reproduciendo el escritor y ex pastor anglicano Tom Harpur, autor del clásico “El Cristo Pagano”.

Elaine Pagels, Helmut Koester y otros investigadores se ponen de acuerdo que los aforismos (dichos, sentencias, repositorios de sabiduría ancestral, preexistentes a Jesús) encontrados en el evangelio de Tomé son los que más se parecen a las enseñanzas de Jesús, lo que ayuda a identificar qué se interpoló en los Evangelios de la Iglesia. Herminio C. Miranda también aborda ese tema en su libro "El Evangelio de Tomé – Texto y Contexto".

No veo razón para que no se discuta el tema en las casas espíritas. Por supuesto habrá resistencias comprensibles pues se adentra en el terreno de las creencias arraigadas. Los espíritas viven, hace más de un siglo, con la idea de que Jesús es el Espíritu más puro que ha encarnado en la Tierra, siendo, mismo su Gobernador. Espíritas roustanguistas le ven como un Espíritu que nunca erró y que evolucionó en línea recta, sin encarnar, habiendo nacido virginalmente con un cuerpo fluídico – doctrina radicalmente contradictoria con el espiritismo. En otra vertiente espiritualista se afirma que es tal la evolución de Jesús, que necesitó 1.000 años solo para condensar su periespíritu y poder reencarnar entre los humanos. En Brasil, especialmente, crece vigorosamente la cristolatría.

Un cambio en nuestras estructuras mentales, como dice Jaci Regis, se hace necesario.

Yo, por ejemplo, ante la no confiabilidad de los textos canónicos, con sus falsas historias sobre Jesús, prefiero sustituir el Cristo Hombre, eclesiástico, y adoptar el concepto pagano y gnóstico del Khristós – potencia divina inmanente en todos los seres, el Cristo interno – principio que independe de religión, etnia o localización geográfica. Maurice Herbert Jones usa la expresión “teotropismo” para nombrar a ese impulso interno del Ser en busca de Dios.

Ese concepto, por otro lado, se alinea perfectamente a la propuesta de autonomía moral inherente a la Filosofía Espírita, tan realzada en obras lanzadas recientemente. Repitiendo mi comentario constante de la parte final del libro de Boberg, se puede decir que, si Allan Kardec tuviese conocimiento de esa información, estaría plenamente justificado, a mi ver, el uso que hace de las expresiones “Espiritismo Cristiano” y “espíritas cristianos”, consideradas inapropiadas por algunos.

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